¿Qué tienen en común Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg? Además de ser algunos de los hombres más ricos y poderosos del mundo, son también aficionados a las «T-party», las fiestas de la testosterona. Se trata de una tendencia que consiste en inyectarse esta hormona para mejorar su rendimiento físico, mental y sexual, siguiendo el ejemplo de deportistas y famosos que la usan como un elixir de la juventud y la vitalidad.
¿Qué es la testosterona y qué efectos tiene?
La testosterona es una hormona sexual masculina que se produce principalmente en los testículos y que tiene múltiples funciones en el organismo. Entre ellas, regula el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, como el vello facial, la voz grave o la masa muscular; influye en el estado de ánimo, la libido, la agresividad y la confianza; y participa en el metabolismo, la circulación sanguínea y la salud ósea.
Los niveles de testosterona varían según la edad, el momento del día, el estrés o la alimentación. También pueden disminuir por causas genéticas, enfermedades o medicamentos. Cuando esto ocurre, se puede producir un déficit de testosterona que se manifiesta con síntomas como fatiga, depresión, disminución del deseo sexual, pérdida de masa muscular, aumento de grasa corporal o problemas de erección.
Para tratar este déficit, existe la terapia de reemplazo hormonal con testosterona, que consiste en administrar esta hormona por vía oral, inyectable, transdérmica o implantable. Esta terapia está indicada solo para hombres con niveles bajos de testosterona confirmados por análisis de sangre y supervisada por un médico especialista.
Sin embargo, algunos hombres sin déficit de testosterona recurren a esta terapia con fines estéticos o de mejora del rendimiento. Al inyectarse testosterona, esperan obtener beneficios como aumentar su masa muscular, reducir su grasa corporal, mejorar su estado de ánimo, potenciar su libido y su erección, retrasar el envejecimiento y sentirse más seguros y dominantes.
¿Qué riesgos y controversias tiene esta práctica?
A pesar de los supuestos beneficios de la testosterona, esta práctica no está exenta de riesgos y controversias. Por un lado, existen efectos secundarios negativos para la salud que pueden derivar de un exceso de testosterona en el organismo. Algunos de ellos son:
- Acné y alopecia: La testosterona estimula las glándulas sebáceas de la piel y el cuero cabelludo, lo que puede provocar brotes de acné y caída del cabello.
- Ginecomastia: La testosterona se puede convertir en estrógeno, la hormona sexual femenina, lo que puede causar el crecimiento anormal de las mamas en los hombres.
- Infertilidad: La testosterona inhibe la producción de espermatozoides en los testículos, lo que puede afectar a la capacidad reproductiva.
- Problemas cardiovasculares: La testosterona puede aumentar la presión arterial, el colesterol y los glóbulos rojos en la sangre, lo que puede favorecer la formación de coágulos, trombos o infartos.
- Problemas hepáticos: La testosterona puede dañar el hígado y alterar sus funciones, lo que puede provocar inflamación, ictericia o cirrosis.
- Problemas psicológicos: La testosterona puede alterar el estado de ánimo y el comportamiento, lo que puede generar ansiedad, irritabilidad, agresividad o dependencia.
Por otro lado, existen controversias éticas y sociales que rodean a esta práctica. Algunas de ellas son:
- Desigualdad: La terapia con testosterona es un lujo al alcance solo de unos pocos privilegiados que pueden pagarla. Esto genera una brecha entre los que pueden acceder a ella y los que no, lo que puede afectar a la competencia laboral o deportiva.
- Dopaje: La terapia con testosterona puede considerarse una forma de dopaje, ya que mejora el rendimiento de forma artificial y no natural. Esto puede suponer una ventaja injusta frente a otros competidores que no la usan.
- Medio ambiente: La terapia con testosterona puede tener un impacto negativo en el medio ambiente, ya que implica el uso de recursos naturales, energéticos y químicos para su producción, transporte y eliminación. Además, puede alterar el equilibrio hormonal de los ecosistemas acuáticos si se filtra por las aguas residuales.